miércoles, 14 de marzo de 2007

ESQUIFE Y ALBATROS

El esquife hiere lentamente la marea, tan sólo el entrecortado aliento de los ponientes le insuflan vida, no lleva destino: una sola vela rasgada le acompaña en sus lamentos. Un albatros solitario le custodia, sus pupilas se desgranan en tormentas que bambolean la frágil embarcación. Piélagos y llanto son un mismo horizonte sin crepúsculo. -Vastísima soledad y silencios rotos, como un adiós-. No hay versos suficientes para la travesía, ni pan, ni agua dulce para el anhelo. El mar se torna una nada indisoluble, relámpagos de dolor revientan en un matiz absurdo de tristezas y sombras de sueños resquebrajados.

El esquife tirita, solloza, y empieza a sucumbir. En vertical caída, el albatros se despeña, se golpea con lo que aún asoma de la proa, recuesta su cabeza en una caricia sublime, mientras una última lágrima de su mirada sin luz, se funde con la inmensidad salina.

Las plumas azules de una quimera, caen del firmamento gris-celeste, como pétalos de flores en un postrer tributo, en el que la renuncia queda esbozada en el infinito.


Issa Martínez

1 comentario:

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Antes he dicho bellísimo a lo anterior...ahora me quedo sin palabras eres espléndidamente buena...un beso de azpeitia