viernes, 22 de junio de 2007

LÁGRIMAS DULCES

Me llenaste ojos y manos, escalé las paredes del aire que te contenían, y la brevedad dejó de latir para ser historia. No hubo cielo para alcanzar porque todo el cielo se hacía lluvia desde la voz que tus dedos llevaban a mi entrepierna, y al murmullo de mi sexo despojado de vergüenza.
Sentí la sangre del mundo pulsar y detenerse en el ancla de tu brazo en mi cintura, en la devoción de mi espalda en tu pecho, en la inclinación de mis caderas colmadas de tu vaivén. Sostuviste entonces mi universo gimiente y trémulo en tu vientre, indagante en la cavidad de tu boca.

Todas las palabras sin voz se fueron vaciando, una a una, desde mis ojos a los tuyos, iluminando las horas de la noche. Solo el movimiento sugerido de los cuerpos marcó las pautas de los deseos. Gotas de lascivia pergeñaron cada hueco de mi cuerpo, para amoldar tus acomodos de hombre. Fui una virgen húmeda por dentro y fuera, ungida y comulgada por la blancura de tu semen.

El placer corrió por el rostro y las lágrimas me supieron dulces: qué niña, qué pequeña, qué princesa puede ser una mujer, entre los brazos de un hombre.
Issa Martínez

lunes, 2 de abril de 2007

CALLADAMENTE

He querido saber, si tus voces en el viento, son los esbozos de lunas compartidas. Alejar las dudas y sorprenderme descubierta en los primeros rayos de tus crepúsculos o amanecidas aún oscuras. Me pregunto si me estás palpando a mí, cuando mis ojos se encuentran con tus palabras o cuando mi sangre desprende oleadas rojas de añoranza, que perfilan tu silueta en mi memoria.

¿Sabes? No sé si la falsedad se acuna en las alas de los mirlos. Pero tonta de mí, que al menor indicio de luz, vuelvo a desear diluir la soledad que me dejaste entre tus pupilas y piel. Entonces el miedo bordea mis pálpitos y me silencia en negro y anonimatos que se humedecen de llanto.

¿Recuerdas que me bordé en los umbrales de tu aliento y tus madrugadas? Siempre me invade la incertidumbre de saber si hiciste tuyas mis verdades.
Pero ya no me atrevo a intentar hablarte, porque duele, aún duele, ¿me entiendes?

Cada corpúsculo de mi esencia, sigue flotando en cada noche y día que tus ojos han visto desfilar. Soy ese silencio que tirita entre pánico, nostalgia y pesadumbre. Calladamente te sigo, de lejos, encendida la pavesa tímida en que se han tornado mis labios para derretir los inviernos de tus sienes.

Pero temerosa, siempre temerosa de tocarte siquiera, con el aire que aletea de mis pestañas.

Issa Martínez

miércoles, 14 de marzo de 2007

ESQUIFE Y ALBATROS

El esquife hiere lentamente la marea, tan sólo el entrecortado aliento de los ponientes le insuflan vida, no lleva destino: una sola vela rasgada le acompaña en sus lamentos. Un albatros solitario le custodia, sus pupilas se desgranan en tormentas que bambolean la frágil embarcación. Piélagos y llanto son un mismo horizonte sin crepúsculo. -Vastísima soledad y silencios rotos, como un adiós-. No hay versos suficientes para la travesía, ni pan, ni agua dulce para el anhelo. El mar se torna una nada indisoluble, relámpagos de dolor revientan en un matiz absurdo de tristezas y sombras de sueños resquebrajados.

El esquife tirita, solloza, y empieza a sucumbir. En vertical caída, el albatros se despeña, se golpea con lo que aún asoma de la proa, recuesta su cabeza en una caricia sublime, mientras una última lágrima de su mirada sin luz, se funde con la inmensidad salina.

Las plumas azules de una quimera, caen del firmamento gris-celeste, como pétalos de flores en un postrer tributo, en el que la renuncia queda esbozada en el infinito.


Issa Martínez

FIEL EN EL SILENCIO

Son sólo conjeturas, caricias que se esconden entre la fragilidad de las palabras. Engaños que me trazo y anido en los matices ingenuos de mi soledad palpitante. Ilusiones que apreso con mis manos llenas de madrugadas sórdidas.



Eres tú: a veces quieto, a veces triste, callando dulcemente para no condenar mi intuición desahuciada desde sus inicios.



(Entre silencios: infinitamente fiel a mí.)



Issa Martínez

SI LAS ROSAS...

Una epístola acunada en el anonimato de mi voz, impregnada con los momentos más tempranos de mis amaneceres en los que se difumina tu existencia.
Una misiva escrita en las prolongaciones delazogue que nos acerca a distintas horas, en dónde la luna te musite las reverberaciones de mi esencia que te añora, y, las transmute en mis palabras que te digan:

"Escucha mi eco en la melodía del los confines de ámbar, moja tu piel en los murmullos de mis piélagos sin fijarte en su color, porque nuestro mar es el mismo que revoca las fronteras, el mismo que desborda su cauce con las lágrimas de nuestras nostalgias, el que en simbiosis de versos, reúne nuestras almas".

Si las rosas nítidas vaciaran sus pétalos en la artesa de mis manos, crearía papiros para escribirte en matices de rojo, desde el escarlata hasta el púrpura, haciendo una pausa en el más brillante rubí; el de mi sangre anhelante.

Entrega inmediata…

en el sublime aliento de uno de mis besos.


Issa Martínez

Otra vereda para los pasos de la poesía...